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ELEMENTAL
MASTER |
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Sistema:
MEGA DRIVE |
Formato:
4Mb ROM CARTRIDGE |
Hardware:
- |
Lanzamiento:
14.12.1990 |
Marca:
TECNO SOFT |
Desarrollador:
TECNO SOFT |
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A pesar
de la escasa repercusión en su país natal, Mega Drive
tuvo el honor de ser la vídeo-consola escogida por
algunos de los más competentes desarrolladores de
juegos dedicados en exclusiva, hasta ese momento, a los
ordenadores personales. Por alguna razón, Tecno Soft
apostó por Sega desde el alumbramiento del sistema,
dando origen a una relación que se extendería hasta
bien entrada la era de los 32 bits. La pequeña compañía
había demostrado que dominaba el hardware de
Mega Drive mejor incluso que su casa creadora, y su
reciente Thunder Force III serviría de precedente
indiscutible para la práctica totalidad de los juegos
de disparo diseñados para el sistema de Sega — y no solo
por su despliegue audiovisual.
Tecno Soft amaba como nadie el género del shooting
tradicional y supo establecer su propio canon, un estilo
personal e inconfundible definido por la sensación de
velocidad y el extenso repertorio de armamento del que
el jugador podía valerse en cualquier momento de la
acción, sin olvidar la siempre vibrante y cuidada banda
sonora. Elemental Master es un fiel continuador de ese
estilo, incluso si las naves espaciales dan paso a los
seres mitológicos y la escala se vuelve mucho más
humana. Controlando a un paladín capaz de ejecutar
hasta cinco tipos de disparo / hechizos distintos —seleccionables
cíclicamente con un botón— que se aprenden
paulatinamente al ir superando las fases, el jugador se
enfrentará a orcos, trogloditas, demonios y dragones desde una perspectiva aérea y bajo
un permanente scroll vertical forzado por la CPU;
en contra de lo que pudiera parecer, Elemental Master no
se adscribe a la escuela de los omnidireccionales
popularizada por Senjou no Ookami.
Tecno Soft quiso introducir una variante, eso sí,
consistente en la posibilidad de disparo hacia abajo con
el segundo botón del mando. De esta manera, el jugador
ha de preocuparse por los dos frentes de la pantalla,
dado que las oleadas de enemigos llegan indistintamente
por ambos. Otro elemento diferenciador respecto a las
anteriores producciones de la casa es la eliminación
del turbo en el disparo. Elemental Master
requiere una pulsación constante —no en exceso, por
suerte— de uno de los botones de fuego, puesto que
mantener el botón pulsado sirve para cargar la
segunda forma de cada tipo de magia, versiones de
poderosos efectos que requieren unos instantes previos
de preparación indicados por una barra en el marcador.
La sensación de velocidad, claro, no es tan acusada en
Elemental Master como lo fue en la saga Thunder Force.
Nuestro protagonista se mueve con celeridad, pero, a fin
de cuentas, se desplaza a pie. Aún así, el ritmo del
juego es siempre tremendamente intenso y los reflejos
del jugador son el factor más vinculante a la hora de
enfrentarse al programa.
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Elemental
Master consigue arreglar el único gran fallo
que tuvo Thunder Force III: el balance. TF3 era
excesivamente dependiente del equipamiento de la
nave |
protagonista
y dejaba, en demasiadas ocasiones,
demasiado poco margen para que el jugador no
experimentado pudiera reaccionar. En Elemental Master, al
contrario que en TF3, el repertorio de ataques
no se pierde en ninguna circunstancia, de manera
que los distintos tipos de disparo que el
jugador va incorporando en función de la fase
superada —que puede ser seleccionada en las
cuatro primeras instancias— tienen carácter
permanente, a semejanza de las habilidades que
se consiguen en un RPG. La dificultad del juego
es más moderada también, pues los patrones de
ataque enemigos y la configuración de los
niveles son, afortunadamente, más coherentes,
además de sustituir el clásico formato de vidas
por un sistema de barra de energía que se
reestablece recogiendo los pertinentes items
y siempre que una fase es superada. Elemental
Master es, en definitiva, mucho más limpio
y amable que TF3, incluso si la
indeseable confusión gráfica es
bastante más frecuente aquí.
De hecho, a nivel visual, Elemental Master es
una obra menos lograda que su inmediata
predecesora. El diseño de personajes y
monstruos es notablemente más pobre y los
escenarios pierden en brillantez y
espectacularidad. Eso no quiere decir que el
juego tenga un mal apartado gráfico; antes al
contrario, Elemental Master ofrece momentos de
gran belleza y personalidad, donde los pequeños
sprites —los auténticos protagonistas en
este apartado, junto a las materializaciones de
los distintos tipos de magia— tienen un alto
grado de detalle y pluralidad. Y por suerte, la
banda sonora es ciertamente impresionante,
especialmente a nivel compositivo, poniéndose
al nivel de las mejores producciones para los
ordenadores personales más potentes de la época.
Es lo que hace, junto con una mecánica
maravillosamente engrasada, llena de logros y
posibilidades, que Elemental Master sea el mejor
juego que Mega Drive dio en sus dos primeros años
de vida, con el permiso de la conversión de
Strider Hiryu; así de simple. Clásico entre clásicos.
Recap
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