KYUIIN
 
Sistema: PLAY STATION
Formato: 1 x CD-ROM
Hardware: -
Lanzamiento: 31.05.1996
Marca: MEDIA ENTERTAINMENT
Desarrollador: MEDIA ENTERTAINMENT

Sin complejos ni preocupaciones por los posibles prejuicios de un público aún bastante abierto y entusiasta, el primer juego original de Media Entertainment —compañía fundada por Shinobu Ogawa, uno de los más importantes compositores que diera Telenet y pieza clave en la génesis de su inconfundible sello musical— fue una especie de obra apologética sobre el cuento infantil occidental — salvar el mundo de las hadas de un mago maligno en el rol de dos impúberes hermanos mágicamente transmigrados desde el mundo real como fondo argumental; cielos azules, arquitecturas medievales, referencias literarias, flora y fauna en abundancia y un diseño visual en clave indiscutiblemente naïf como tratamiento escenográfico; prolongadísima animación en full-motion video, con tema musical propio de las viejas series televisivas de la Nippon Animation y narrador con dosis extra de azúcar glasé incluidos como introducción a la aventura [...]. Y, en el fondo, Kyuiin quedaba fuera del alcance de los más jóvenes a la hora de comprenderlo y explotarlo apropiadamente.

El planteamiento mecánico, bajo la plantilla de un clásico juego de disparo de scroll horizontal, esconde un relativamente sofisticado sistema de puntuación en función de la manera en que eliminemos a nuestros enemigos. Porque no solo tenemos la capacidad de disparar frontalmente; el aspirador que nos sirve de montura también puede, en efecto, aspirar a los enemigos más débiles y sus proyectiles, simplemente logrando que la oscilante boca de la manga entre en contacto con éstos.

Es menos caprichoso de lo que pueda parecer; aspirar a los enemigos implica, lógicamente, mucho más riesgo, pero se recompensa con más puntos para nuestro marcador y es lo que llena paulatinamente nuestro depósito de suciedad, o, lo que es lo mismo, nuestro contador de bombas de salvación —a ejecutar con un segundo botón—, hasta un máximo de tres unidades. Ser alcanzados por el enemigo en primera instancia trae consigo la pérdida de la manga y, por tanto, la capacidad succionadora —además de la disminución de potencia de nuestro disparo frontal—, y, en segunda instancia —si no hemos llegado antes a recoger una cápsula reparadora— la pérdida de una vida y el retorno automático al último punto de control. Para rizar aún más el rizo, un tercer botón nos permite lanzar el cable de la electricidad de nuestra hiperversátil máquina doméstica hacia la retaguardia, eliminando por contacto —o restándoles una gran cantidad de energía— a los enemigos que nos acosen por la espalda.

Así, Kyuiin puede abordarse bien desde la mera supervivencia, asumiendo pocos riesgos gracias al disparo frontal —cuyo formato y potencia es variable según las cápsulas recogidas— y aspirando lo justo y necesario para recargar nuestro depósito de [poderosas] bombas, o bien desde la consecución de puntos para batir marcas —gracias, además, a una oportuna tabla de records que es salvada en la tarjeta de memoria si así lo deseamos—, que implica primero aprenderse cuáles son los enemigos aptos para ser aspirados —que es menos obvio de lo deseable— para luego succionar sus sucesivas formaciones de una forma bastante programada, además de recurrir lo menos posible al empleo de las bombas —pues los enemigos muertos con sus efectos no suman una sola unidad a nuestro marcador— o intentar acciones generosamente premiadas como dar el golpe de gracia a los bosses con el cable eléctrico.


La dialéctica que se establece al invitarte, no ya avanzar en el desarrollo, sino a hacerlo con elegancia es realmente efectiva, propia, incluso, de programas nacidos para los arcades, y
redimensiona una dinámica que, de otro modo, se habría quedado al borde de la mediocridad. Porque lo cierto es que Kyuiin también padece del clásico problema del juego de acción típicamente doméstico: fases excesiva e innecesariamente largas con demasiados momentos de distensión y relleno. La mencionada ausencia de complejos por parte de los creadores a la hora de dar contenido temático al juego no tuvo reflejo cuando hubo que desprenderse de los miedos a que Kyuiin fuese etiquetado como una producción de escasa duración, y, en lugar de prescindir valientemente de la opción de continuar tras ser eliminado —impuesta ya entonces como canon ineludible, fuera cual fuera la naturaleza del programa—, se prefirió prolongar sin mucho tacto el desarrollo de cada área.

Más o menos, eso.

De modo que los largos paseos por las fases ya de sobra experimentadas una y otra vez se hacen más llevaderos al proponerse subir peldaños en la tabla de records y soltar el botón de disparo para dejar operar a nuestra aspiradora, incluso con el antipático movimiento ondulatorio de la manga —que nos impide tomarnos un solo momento de relax al dejar continuamente huecos abiertos en nuestra defensa—. Lo mejor, en cualquier caso, el gran número de bosses a lo largo de todo el desarrollo, capaces de proponer interesantes patrones de ataque que memorizar. 

Sin ser un prodigio en lo visual a la altura de obras coetáneas como Metal Slug o Keiou Yuugekitai: Katsugeki-Hen, Kyuiin sabe deleitar desde la intencionada —aunque excesiva— simpleza plástica de sus escenarios y la comicidad y variedad de su bestiario. Entre lo austero, lo efectista y lo candoroso, el apartado gráfico cumple su función con corrección en lo artístico y exquisitez en lo técnico, destacando por la velocidad impresa y el número de elementos móviles que pueden llegar a simultanearse en pantalla sin asomo de ralentización, sin olvidar que los tiempos de carga de datos desde el disco son verdaderamente fugaces. Los sprites protagonistas —diseñados por ordenador en contraposición al mundo dibujado a mano en el que se mueven para enfatizar la disyunción— responden con excelsa agilidad. Hay cierto abuso de los escalados y demasiadas situaciones de polución visual y de balas invisibles —que pueden costarte más de un inmerecido disgusto—, como principales apuntes negativos. La banda sonora, por otro lado, es ciertamente destacable, dentro de su registro.

Kyuiin es un programa aseado, que parte de una acertada premisa y es capaz de ofrecer un importante reto en su nivel difícil —donde raramente se nos obsequia con cápsulas reparadoras al ser víctimas de un ataque enemigo— y una sólida modalidad para dos jugadores simultáneos. Una mejor mesura de su longitud y un mayor cuidado por los pequeños detalles —se echa de menos la posibilidad de configurar el controlador, por ejemplo—, habrían bordado un producto ya de por sí innegablemente carismático y singular. Una muestra más del gran atractivo del catálogo temprano de Play Station para los amantes de las ideas tradicionales que pudiera llamar a engaño por su planteamiento temático; Kyuiin está lejos de los centenares de juegos de concepción visual similar que inundaron la era de los 16 bits domésticos.
  

                                               Recap
   

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