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RUPUPU
CUBE: LUP SALAD |
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Sistema: PLAY STATION |
Formato: 1 x CD-ROM |
Hardware: - |
Lanzamiento: 30.08.1996 |
Marca: DATAM POLYSTAR |
Desarrollador: FUPAC | |
Es
sabido que el género del puzzle tuvo un antes y un después
de Puyo-Puyo. El programa de Compile, directamente inspirado por
Tetris y Columns, hizo florecer e implantar una tendencia que desterró casi por completo a conceptos anteriores
estrictamente enfocados a poner a prueba la inteligencia del
jugador. De hecho, salvando las sempiternas ediciones de Soukoban —y
de Chain Shot!/Same Game, si se quiere—, no son muchos los títulos del género
aparecidos en 16 ó 32 bits donde la habilidad manual o los
reflejos fueran del todo innecesarios en su mecánica. Uno de los más brillantes nació poco antes del juego que nos
ocupa. Tenía por nombre Puzzle'n Death y retomaba la idea de
Soukoban, solo que el objetivo para pasar de pantalla era
juntar los bloques del mismo color para que desaparecieran, teniendo
en cuenta que debían agruparse al menos de tres en tres. Una
premisa ya empleada varios años antes por el Tricky de IGS o el
Keeper de Success —en
cuyo desarrollo estuvo involucrada la propia Fupac—, a decir verdad, y quién sabe si en algún otro
oscuro título de ordenador personal anterior. Rupupu Cube: Lup
Salad puede describirse como la versión en perspectiva lateral de
este mismo concepto, con la inevitable aparición del factor
gravedad y la capacidad de saltar del personaje a nuestro
control, que es lo que le permitirá acceder a las distintas alturas
de cada pantalla y servirá como parámetro clave para la solución de
los puzzles, obviamente. El desarrollo del juego se embebe en
un relato para justificar los personajes e
ilustraciones que Izumi Takemoto creara para su cómic homónimo y
reviviera para esta producción; una
artista que, a pesar de su registro infantil, goza de enorme
prestigio y consigue que los vídeo-juegos que llevan su firma
supongan un éxito de ventas.
Además del modo principal —que permite ilimitados
reintentos por pantalla y la grabación de la partida vía tarjeta
de memoria en cualquier momento—, Lup Salad contempla un modo para
uno o dos jugadores más cercano
a la escuela de Puyo-Puyo, donde los bloques caen ininterrumpidamente
desde la parte superior de la pantalla y debemos colocarlos y
provocar su desvanecimiento antes de
quedarnos sin sitio — es, sin duda, un guiño directo al juego de
Compile, donde Pac Fujishima —fundador de Fupac— forjara su
prolífica carrera.
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Engaña.
Lup Salad se viste de colorines, inocencia y
sencillez, pero es enormemente perverso y retorcido en sus
entrañas. Los puzzles están tan bien trazados que
te resulta imposible |
despegarte
de él una vez has empezado. La curva de complejidad está
soberbiamente concebida, pero, en general, se puede afirmar
que Lup Salad es un difícil pasatiempo en el que los
más jóvenes no llegarían muy lejos si, animados por la
cubierta del juego, decidiesen abordarlo. El modo Story
contempla —inicialmente— cien pantallas divididas en diez niveles que sirven
de escenario para cada uno de los sueños diurnos de la pequeña
Salad —que, todo hay que decirlo, es un personaje de lo más
adorable, al menos si no se presta mucha atención a lo que
dice—. En cada nivel, el sprite de Salad es diferente,
pero también su frase de victoria —o su grito de lamento por
aplastamiento—. Las distintas
formas de Salad, además, se van
desbloqueando para los otros modos secundarios una
vez alcanzados los niveles respectivos. Y es solo un
detalle más del juego para incitarte a progresar más y
más; los escenarios de cada nivel también son diferentes de
uno a otro, así como las piezas musicales de fondo. El
apartado melódico es, de hecho, especialmente interesante;
los temas por defecto son vocales y sirven de apacible —aunque ñoña—
ambientación mientras intentamos resolver cada
pantalla gracias a su moderado tempo, pero pueden ser
cambiados por otros temas sintetizados de acordes más
vibrantes. Pero qué diablos; lo que de verdad funciona como auténtico
enganche es el magnífico diseño de los puzzles
y cómo éstos evolucionan por medio de los bloques
especiales que aparecen paulatinamente. Lup Salad es de esos
juegos que te hacen sonreír no solo de satisfacción, sino
también de admiración y complicidad hacia sus diseñadores,
que, por otro lado —y lamentablemente—, habilitaron una
opción bastante estúpida e inmediata para desvelar la
solución de cada pantalla —y que, como es lógico,
recomiendo ignorar sin contemplaciones si pretendes que el
juego tenga algún sentido—.
Largo, adictivo y carismático. Pruébalo incluso si no es tu estilo; más
tarde me lo
agradecerás.
Recap
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