DEAE TONOSAMA APPARE ICHIBAN
 
Sistema: SUPER FAMICOM
Formato: 12Mb ROM CASSETTE
Hardware: -
Lanzamiento: 31.03.1995
Marca: SUNSOFT
Desarrollador: SUNSOFT

Si los vídeo-juegos se clasificasen por su contenido escénico, Deae Tonosama Appare Ichiban pertenecería a esa categoría innombrable localizada entre el surrealismo y la bufonería con el culto al músculo como tema central que ¿popularizara? la serie Chou Aniki. En unos momentos en los que un sistema como Super Famicom estaba ya cargado y sobrecargado de obras de renombre, distinguirse del resto con algún ramalazo de originalidad podía ser el mejor instrumento para que tu juego no pasase desapercibido, aunque no fue el caso del título que nos ocupa, a decir verdad.

La propuesta de Sunsoft para salvar el mundo —una vez más— consiste en que asumamos el papel de un necio japonés o un necio francés que tienen la particularidad de poder adoptar momentáneamente la forma de sus difuntos papás, culturistas, ellos, en plena época feudal. No; no me invento nada. Empezando por Japón y recorriendo después el extranjero, deberemos liberar a los dirigentes de las principales capitales de unas extrañas posesiones a costa de afrontar todo tipo de oponentes, desde incesantes estampidas de ganado hindú hasta formaciones de bailarinas de danza clásica, pasando por molestas familias de simios con la libido desatada. Pero lo realmente interesante es el cómo. Deae Tonosama Appare Ichiban se desarrolla a modo de juego de acción puro, donde solo hay que abatir a los enemigos que nos salen al paso y superar los distintos accidentes del terreno. Con una perspectiva cuasi-cenital, nuestros antihéroes podrán desplazarse en las cuatro direcciones posibles del mando de control y atacar en proximidad —o no tanto, en el caso del representante europeo— hacia cualquiera de los cuatro puntos cardinales desarrollando un combo básico a la usanza de Final Fight. También pueden deslizarse rápidamente al pulsar un botón del mando, así como saltar, realizar golpes especiales, invocar elementales a modo de bomba salvadora y, por supuesto, llamar a sus respectivos progenitores.

Es esto último lo que se convierte en la médula del juego. Una vez transformados, en lugar de perder energía vital ante los ataques enemigos —y demás—, se consumirá nuestro indicador porcentual de fuerza, con el único efecto, en caso de agotarse, de destransformarnos —la transformación previa requiere, de hecho, alcanzar al menos un 100% en nuestro indicador, lo que se consigue con la correspondiente recolección de items durante el desarrollo—. Pero más importante todavía, en este estado poseemos una exagerada fuerza bruta, capaz incluso de acabar con algunos bosses con un par de golpes. Por desgracia, cada golpe —o deslizamiento— que ejecutemos durante la transformación, conlleva el consumo de un porcentaje determinado del indicador. Nuestra pugna, como es obvio, estará orientada a mantener el estado de hipertrofia hasta el final de cada fase, donde nos espera su guardián y más difícil enemigo. El juego nos permite seleccionar fase, pudiendo incluso acudir directamente al nivel final de cada parte del juego, aunque nos obligaría a acabar en sucesión con todos los bosses que nos hayamos saltado antes del guardián final, y, peor aún, nos perderíamos las impagables fases de bonificación, concurso de poses incluido...


Histriónico y perturbador, lo primero que uno se pregunta, no sin cierto miedo, es cómo habría salido Deae Tonosama Appare Ichiban de haber sido en un sistema que no llevase el logo de
Nintendo... Pero aspectos argumentales al margen, ya tras la primera toma de contacto es difícil no plantearse lo mucho que habría ganado este título en un sistema técnicamente más potente que Super Famicom. Appare Ichiban es un inconmensurable desfile de sprites de enorme tamaño y elaboradísimo diseño, empezando por nuestros dos protagonistas. Tanto, que su fluir en pantalla se ve manifiestamente limitado, auspiciando un menor dinamismo del que el juego parece pedir, y no solo por las abundantes ralentizaciones —que se agravan especialmente en el modo de dos jugadores, como no podía ser de otra forma—. Dicho esto, Appare Ichiban constituye también uno de los conceptos más atractivos que se han visto en la máquina de Nintendo para cualquiera que guste de la acción directa. En qué juego anterior, por ejemplo, hay un repertorio de ataques y movimientos tan amplio. No todos van a su favor —de hecho, la acción de saltar, dada la perspectiva empleada, es un innecesario aditivo sobre el que se erigen las peores escenas del juego, mecánicamente hablando, por no mencionar la complejidad de ejecución de los ataques especiales—, pero poder elaborar pequeñas estrategias gracias a ellos es un plus que rara vez uno se encuentra en juegos de este tipo. O podríamos hablar de la acusada disparidad entre los golpes básicos de ambos personajes; mientras que uno se basa en el cuerpo a cuerpo, el otro emplea proyectiles —rosas, siendo más concretos— que recorren la pantalla.

Es parte de una especie de lucha contra la homogeneidad que tiene su mayor baza en el apartado visual. Lejos de conformarse con un incontable número de enemigos diferentes y únicos para cada región —elegantemente animados, además—, los artistas gráficos de Sunsoft supieron desarrollar una diversidad abrumadora de escenarios. Y, a pesar de la extraña perspectiva, la calidad de todos y cada uno de los elementos gráficos de Appare Ichiban es inenarrable, poniéndose a la altura, por momentos, de las mejores producciones de Square Soft. No se puede decir lo mismo de su apartado musical, por desgracia, pero tampoco lo contrario; simplemente, cumple. El poder acompañar nuestras partidas con un segundo jugador simultáneo añade aún más motivos de admiración y contribuye a alargar la vida de un programa no especialmente difícil una vez sepamos explotar la transformación, pero sí de prolongado desarrollo. De hecho, el juego gana en intensidad cuando ambos personajes luchan codo a codo, aunque solo sea por lo bien que se complementan —aunque ambos jugadores pueden escoger el mismo tipo de personaje—.  

Deae Tonosama Appare Ichiban, aún con sus defectos, es una pequeña joya, en especial para aquéllos que saben apreciar el dot art y buscan propuestas diferentes que partan de premisas clásicas. Mejor con arcade stick, eso sí. 
    
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