Más que "estudio independiente", "estudio no profesional" y "fuera del marco de la oficialidad".
Respecto a cómo un juego puede dejar de ser malo según la época o la máquina a la que pertenece, pues en otra época y en otra plataforma (con sus correspondientes limitaciones) hubiese sido un juego mediocre o discreto.
Considero que el contexto en el que se sitúa un juego es un factor más, igual que no todos los juegos conservan su encanto pasado un tiempo o de que no nos parecen aceptables según que gráficos y melodías dependiendo de las características de la máquina o de los juegos entre los que se sitúa.
Ya. Pero yo es que no puedo estar más en desacuerdo con ese punto de vista, y se opone frontalmente, si me apuras, a la propia filosofía de Postback. Al final, no estás diciendo más que que lo que hace bueno o malo a un juego es su apartado audiovisual desde la perspectiva meramente técnica. Demasiado reduccionista. Que un programa explote las capacidades de un sistema puede ser un valor añadido, pero nunca lo más vinculante. Por encima de esto, siempre me parecerá más importante la componente estética ("artística", si quieres) y conceptual, y, sobre todo, la capacidad para divertir o provocar emociones positivas.
Aunque puedo entender el valor del "contexto" en tanto en cuanto es importante que un juego suponga algún tipo de innovación (y en este sentido, es cierto que Last Hope pierde muchos enteros por plagiar impúdicamente tantos elementos preexistentes -concepción gráfica de Pulstar, nave protagonista de Xexex, algún escenario y enemigos de X2, etcétera-), jamás, y te lo digo sinceramente, he percibido que un juego perdiera su "encanto" con el tiempo si originalmente lo llegó a tener. Last Hope no es un buen juego (a falta de probarlo me abstendré de catalogarlo como "malo" o "mediocre") porque es una propuesta sin solidez ni personalidad, porque su dificultad y longitud no están bien ponderadas y el juego no ofrece atractivos ni mecánicos ni estéticos suficientes para enganchar al jugador. Y esto es así hoy y habría sido así hace 20 años, incluso si en aquel momento hubiera supuesto un auténtico "shock" tecnológico. Pero de qué sirve la tecnología cuando no hay talento. ¿Acaso no es la gran lacra de nuestros días?