Por alguna razón, las primeras impresiones que Giga Wing me dejó fueron bastante negativas. El juego parecía extremadamente difícil y carente de alicientes para
hacerte persistir. Un poco más de dedicación, fruto de mi permanente empeño en conceder incontables oportunidades a los juegos que pasan por mis manos, me llevó a acostumbrarme al sistema de la Reflect Force y, sobre todo, al retardo necesario para su activación tras pulsar el botón de disparo, un factor que resultó determinante para triunfar en Giga Wing. Lo que parecía un programa de dificultad desmedida se fue convirtiendo, partida tras partida, en un juego más que asequible, donde los puntos negros de cada fase y los patrones de ataque de los bosses, se instalaban de forma natural en mi memoria. Giga Wing logra, con el tiempo, entablar un diálogo directo con el jugador. Una comunicación que es posible gracias a la honestidad de la que hace gala el juego. Su mecánica es muy elemental. No existen distintos tipos de armas que recoger o items para aumentar la velocidad de nuestro avión, tan sólo unos iconos en forma de P para potenciar nuestro armamento hasta tres veces. De hecho, los cuatro aviones que Giga Wing pone a nuestra disposición no son en la práctica muy diferentes. Por otro lado, difícilmente encontrarás en Giga Wing una bala enemiga disparada desde fuera de los límites de la pantalla, o por la retaguardia, o cualquier otra sucia artimaña destinada a hacerte perder una vida por mandato divino. Incluso, a pesar de llenarse literalmente la pantalla de balas multicolores y medallas multiformes en incontables ocasiones, nunca se pierde la noción de lo que está ocurriendo ante tus ojos; tus disparos jamás ocultan las balas enemigas y sprites y escenarios son perfectamente distinguibles en todo momento. 

Jugar a dobles hace de Giga Wing un juego aún más asequible. Mucho más. El número de enemigos o de proyectiles disparados no aumenta, de manera que, compaginando de forma inteligente la utilización de la Reflect Force, completar las siete fases sin créditos extra no resultará muy complicado. Es una lástima que los múltiples endings presentes en el juego en función de los protagonistas escogidos destaquen por su simplicidad y falta de gracia. Aunque siempre queda, claro está, el jugar por puntos, que en Giga Wing se ha implementado de manera exagerada.

La colaboración Capcom-Takumi ha dado como resultado un apartado visual muy colorista, con un espectacular diseño de sprites que mezcla sutilmente elementos prerrenderizadosla animación de los pequeños aviones protagonistas es, gracias a esta técnica, más que sobresaliente y dibujos a mano. Bajo una ambientación original y atractiva, los grafistas de Giga Wing han sabido crear elementos de gran belleza plástica junto a otros que rozan los límites lo vulgar. Entre los primeros destacan las ejecuciones de las bombas y las explosiones en general, probablemente las más espectaculares que he tenido la ocasión de contemplar. Entre los segundos, varios de los escenarios. El propósito del tándem Capcom-Takumi era, en cualquier caso, exprimir al máximo las capacidades del CP-S II en lo que al manejo de sprites se refiere. Resulta inexplicable cómo un hardware tan veterano ya es capaz de mover semejante cantidad de elementos en pantalla sin excesivas ralentizaciones. Musicalmente, también da una de cal y otra de arena. El techno más ramplón se intercala con guitarras acústicas y melodías étnicas de indiscutible dignidad. 

Sin llegar a la calidad de los programas de Cave, Giga Wing es capaz de ofrecer una experiencia intensa y gratificante, apta no sólo para maestros sino también para jugadores eventuales. No es un logro cualquiera.



                                                                                       Recap
  

 
 
   

   
   
   
 

             

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